Cuerpos en libertad

Javier Rubio Nomblot “El Punto de las Artes” Mayo 1994
(extracto)

Es la pintora que, a finales de los 70, pintó la locura, la angustia existencial de quienes con buen criterio, decidieron vislumbrar lo que se nos venía encima. De aquella exposición celebrada en 1979 en una de las Salas del Patrimonio Artístico, cabría destacar el óleo titulado “ Bosque ”, que reune varias de las características esenciales de su obra de aquella época: una mujer sentada desnuda en el suelo, rodeada de un sombrio bosque, se vuelve y nos mira con un ojo que parece querer salirse de su órbita. El ojo está situado exactamente en el centro geométrico del cuadro y aparece violentamente iluminado, mientras que el resto de su rostro permanece en sombras.

Todas las figuras de aquella etapa poseían aquella mirada terrible, aquellas iluminaciones extremas, narraban tal vez la vida en el interior de un paraíso para locos. Muchas de estas mujeres carecían de brazos, como las estatuas antiguas, y se cubrían, a veces, con blancas túnicas, hechas con la misma materia que los intrincados conjuntos de plantas o piedras que las rodeaban.

Para entonces María Antonia Sánchez Escalona (Madrid 1941) ya había expuesto individualmente en varias galerías importantes ( La casa del siglo XV de Segovia, Seiquer, Heller…) tenía obra en el MEAC y había sido incluida en el imprescindible “ Artistas Contemporáneas en España ” de Raúl Chavarri:
“Dentro del realismo, su obra constituye una excepción, que se plantea entre la soledad y el misterio…..

Sus obras se mueven temáticamente en un mundo de extraña placidez en el que algunos perfiles , trágicos, dejan insinuar en él algo de víspera apocalíptica”.

…Las composiciones siguen siendo perfectas y características; pocos elementos—las figuras—elegantemente distribuidos en un espacio vacío y bastante amplio; depuradas arquitecturas o sobrios paisajes que contienen las líneas maestras; extraños ropajes hechos a espátula, homenajes a la anatomía…

Pero en sus trabajos más recientes, los personajes se diluyen, se convierten en esquemas de sí mismos como si ahora no fuera sólo el alma la que se pierde en la selva de lo inhumano, sino que el propio cuerpo decide incorporarse al reino de las sombras.